Sine Die

Solo el silencio, en una película muda, puede ser tan atronador. En "La Pasión de Juana de Arco", de Carl Theodor Dreyer (1928), la mirada de Renée Maríe Falconetti tiene tantos claroscuros, tal sosiego atroz, que se puede prescindir del argumento. De hecho, se prescinde, porque se nos invita a un acto de fe, autónomo, intemporal, organizado en 1200 planos y 80 minutos para que cada cual explore sus creencias..., mientras las mira arder en la hoguera.
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